miércoles, 11 de julio de 2012

CARTA DE UN NAUFRAGO


 CARTA DE UN NAUFRAGO

Abrazado a mi destino,
deslizándome con desidia
a través de la interminable noche
de mis soledades,
vislumbré tu luminosidad diáfana,
que cual altivo faro,
señalaba el último islote de esperanza.

Exánime, avance hacia ti,
atraído por tu luz
como inocente mariposa
aún a sabiendas
que las luces en la desesperación
 suelen ser meros espejismos
que pueden conducir a la muerte.

Pero siendo para mí bagatela
el pasar de no vivir a morir,
me acerqué
con el corazón desbocado
cual aleteo de colibrí,
sinrazón de esta cuestión.

Al fin,
amparado por la sonrisa de tus ojos
que tu boca dibujó,
pude respirar,
confiado, seguro.
Yo diría sin lisonja
que me sentía feliz.
Ante mí,
rugía un mar de humo
de infinitos cigarrillos,
o tal vez de ilusiones quemadas.
Luces deslumbrantes
difuminaban las aguas
en las que pululaban
una multitud de náufragos a la deriva,
rodeados por montones de maderos,
restos inequívocos
de infinitos naufragios.

Con irracional desesperación
intentaban aferrarse los unos a los otros,
enloquecidos por el ensordecedor
sonido de la música,
que como furiosos oleaje
les acometía una y otra vez
sin piedad, sin descanso,
ora con la soledad,
ora con la desesperación
de quien espera sin esperanza.

Tal era el maremagno,
que ya no era posible hacer distinción
entre los náufragos
y los maderos.
Aunque la cuestión
carecía de importancia,
pues en su loco afán por salvarse,
aunque solo fuese una noche,
poco a poco todos acababan
en el fondo del océano,
quién sabe si para volver a comenzar
como nuevos supervivientes
de otros naufragios.

Pero seamos generosos,
y concedamos la certeza de la duda,
de que tal vez
 algunos de ellos
luchando por desprenderse del lastre
que habían ido cargando sobre si
con los años vividos,
 llegaron a buen puerto.

Mientras tanto, mi anhelo
era permanecer allí,
 así, cerca de ti.

No se cuánto duró,
un instante o una eternidad,
tal vez, sólo lo que dura
el sueño de una noche de verano.

“¡Qué bonito es naufragar
si eres tú quién me ha de salvar!.”





Para Yolanda Herreros
por ser la Luz en “Ole Murcia”.


NOTA: El poema “Carta de un naufrago” está incluido en mi libro “El Duende de las Letras”

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