sábado, 15 de enero de 2011

LA FIESTA AZUL DE SAN ANTÓN




La fiesta azul de san Antón.

Los que ya pasamos de los cuarenta años no podemos evitar la aguda punzada de la nostalgia al recordar que durante nuestra infancia, el 17 de enero S. Antonio Abad, se celebraba en Cabezo de Torres una de las fiestas más importantes del año. Esta festividad rivalizaba en popularidad con las fiestas patronales y con el mismísimo carnaval, hasta el punto que ese día cerraban los colegios, los bancos y los comercios. La mayoría de los vecinos no acudía a su trabajo en la huerta o a las fábricas de manufacturación de cítricos, pimentón o especias.
Desde primeras horas de la mañana, cientos de vecinos, cargados con cestas y capazas rebosantes de alimentos, se dirigían andando al monte que se denominaba de san Antón. Los ancianos, niños pequeños o personas con dificultad se trasladaban sobre carros y motocarros. Cuando la multitud llegaba al monte se reunía en grupos compuestos principalmente por familiares o amigos que preparaban el almuerzo que se dilataba hasta juntarse con la comida, que se alargaba hasta la merienda cuando el tibio sol de enero ya empezaba a desaparecer.
La mayor parte de la gente se dedicaba todo el día a ir de grupo en grupo saludando a los amigos y conocidos con quienes tal vez no habían tenido la oportunidad de coincidir en muchas semanas, quizá meses. Se formaban cuadrillas que tocaban y bailaban canciones de nuestro folclore tradicionales. Se asesaban chanzas y se recordaban anécdotas graciosas e historias más o menos reales que eran celebradas con palmas risas y largos tragos de la bota mientras todo ello iba quedando grabado en la mente de los jóvenes manteniendo la cadena de la tradición oral tan importante en nuestra cultura propia. Para los más pequeños se organizaban juegos tradicionales: caliche, palo, carrera sacos, lanzamiento huevos…Era un día de confraternidad, de hermandad, de fiesta en el más amplio sentido de la palabra.
Cuando ya el sol comenzaba a esconderse y rápidamente comenzaba a bajar la temperatura, tenía lugar el último acto de aquella fiesta. Como a una secreta orden, todos se afanaban en sacar los envoltorios de papel en donde celosamente guardaban un montoncillo de azulete en polvo que entonces era muy usado entre las mujeres a la hora de lavar las sábanas para proporcionarles esa característica blancura azulada. Todos se afanaban en intentar untar la cara de los más próximos con el azulete. A partir de ese momento, la fiesta de san Antón era una fiesta de color azul. Todo acababa siendo azul: las caras, las ropas, los utensilios, los vehículos, el mismo monte entero. En aquellos momentos en que las sombras de la noche se acercaban y el azul nos cubría, todos éramos casi iguales, El azulete era como un conjuro mágico que transformaba la propia individualidad en un colectivo impersonal. Era como un adelanto de lo que sucedería unas cuantas semanas más tarde con las máscaras en los días del carnaval.
Se desconoce cuando nació esta curiosa celebración de S. Antón pues en el pueblo no hay ninguna ermita dedicada al santo ni tampoco imagen o talla alguna del mismo. El origen del azulete también es un misterio pues no se realizaba en ningún pueblo de la comarca, si bien es cierto que en los últimos años algo parecido ocurre en alguna fiesta de La Algaida (Archena).
Cuando en la década de los años setenta de pasado siglo estos montes de san Antón fueron abancalados para plantar limoneros, y más tarde fueron divididos por la autovía A-7, con el lugar se perdió la fiesta ya que se ha señalado anteriormente ésta no tenía como objetivo una romería a una ermita en donde se venerase a san Antón. Durante algunos años se intentó mantener la fiesta en la pinada del parque de Los Polvorines de la vecina pedanía de Monteagudo. Pero rápidamente había perdido el interés y al final sólo ha quedado el nostálgico recuerdo de los mayores.
Hoy en día las dos peñas huertanas de Cabezo de Torres, La Picaza y El Cántaro, celebran el domingo más próximo a esta festividad una matanza tradicional del cerdo para mantener vivos y estrechar los lazos de convivencia de los socios y amigos. También el Centro Social de los Mayores de nuestra pedanía celebra una comida de hermandad en el citado domingo, teniendo lugar en los exteriores del centro que se llena de barbacoas o trasladándose en alguna ocasión al pinar del pantano de Santomera.


Juan Vivancos Antón
CRONISTA OFICIAL DE CABEZO DE TORRES

Artículo publicado el sábado día 15 de enero de 2011 en el diario La Opinión, en su sección el lugarico.

1 comentario:

aureavicenta dijo...

Es muy interesante, señor Cronista ^_^
Lástima que se pierdan los orígenes.
Un cordial saludo.